viernes, 5 de febrero de 2010

Gaston Acurio





Su padre deseaba que Gastón fuese abogado; sin embargo, él finalmente egresó del Cordon Bleu de París, luego de abandonar su carrera de Derecho en la Universidad de Lima.
Está casado con la también chef, Astrid Gutsche de ahí el nombre del restaurante Astrid & Gastón.

Astrid & Gastón, que comenzó en 1994, actualmente posee locales en el Perú, Chile, Colombia, Ecuador, Venezuela, Panamá, España, México, Argentina

Es el dueño de varios otros restaurantes en el Perú y diferentes países del mundo, varios de los cuales han devenido en franquicias: una cadena de pastelería y productos delicatessen de diseño; el restaurant-bistrot-pasteleria Tanta la cebichería La Mar; la sanguchería Pasquale Hermanos; la anticuchería Panchita

El diario New York Times destacó la culinaria peruana en general y en San Francisco en particular, haciendo incapié también el aporte de Gastón Acurio y su restaurante "La Mar - Cebichería Peruana"

En la película Ratatouille de Disney&Pixar, participó prestando su voz a uno de los personajes en la versión doblada al español. he aqui un video de la grabación de la dicha película Ratatouille

Gastón Acurio sale en diarios, revistas, en la televisión y, cuando parece que ya lo dijo todo, siempre nos sale con algo nuevo. Fue invitado para dictar, nada menos, que la conferencia magistral de inauguración del año académico en la Universidad del Pacífico, donde se forman empresarios y ejecutivos peruanos.

En el 2009 organizó la Feria Gastronómica Internacional de Lima "Mistura 2009", donde 150.000 personas disfrutaron de platos peruanos, concursos gastronómicos, cine y conferencias, y se premió a los mejores representantes de la cocina peruana donde fue un éxito total y que se repetirá en el 2010 pero con las mejoras respectivas ya que fue demasiada gente que gran parte no pudo ingresar porque estaba lleno el lugar.
Aquí unas preguntas de una entrevista que le hicieron a Gaston Acurio por un diario ecuatoriano ya que pensaba abrir uno restaurant por ese lindo país Ecuador.

http://www.elcomercio.com



¿Cómo nació tu pasión por la cocina?

Desde niño. La verdad es que no tengo influencia familiar, en mi casa no se cultivaba la gastronomía, mi madre no era una gran cocinera y mi padre era un comensal muy frugal.

¿Entonces?

Quizá porque yo tengo cuatro hermanas mayores. Ese mundo de las cuatro mujeres con sus enamorados en casa me agobiaba. Mi refugio, donde me escondía, era la cocina de la casa. También por un poco de glotonería. A los 10 años yo me preparaba mi comida.

¿Cómo es eso de que fuiste a estudiar Derecho a Madrid y volviste de cocinero?

(Risas) Es que cuando yo salí del colegio, en 1984, la cocina no era una opción profesional, sino un oficio sin ningún tipo de reconocimiento, menos oportunidades. Quería ser cocinero desde pequeño, pero en casa se encargaron de convencerme de que eso no era una opción para desenvolverme en la vida. Y al mirar a mi alrededor y no tener paradigmas ni modelos a quien emular, me la creí.

¿Cuándo cambió esto?

En 1987 viajé a estudiar Derecho y en Europa los cocineros comenzaban a convertirse en personajes. Hasta ese momento los que eran famosos eran los restaurantes, no los cocineros. Pero de pronto encontré cocineros que decían cosas, que se comunicaban con la gente. Además empezaban a ser dueños de restaurantes y empecé a tener modelos. Me cambié a Cocina en tercer ciclo de Derecho.

¿Qué dijeron tus padres?

Nada. No les avisé porque no lo iban a aceptar. Tuve que hacerlo a escondidas. Así estuve hasta que me gradué. Volví a Lima y les dije a mis padres que me había graduado pero no de abogado sino de cocinero, que no les quedaba otra.

¿Cómo lo tomaron?

Después del trauma me apoyaron y me pude ir a Francia a seguir estudiando. París era en ese momento la meca para quien quisiera formarse para ser cocinero. Al comienzo trabajé en un buen restaurante en Europa.

¿Si tenías un buen trabajo por qué retornaste a Lima?

Mi padre, que era un político muy conocido, me dijo que me apoyaba con la condición de que retornara a Lima para hacer algo por mi país, porque en un país donde muy pocos tienen las oportunidades que yo he tenido, no podía quedarme viviendo la vida fácil. Cuando consideré que había aprendido lo suficiente, convencí a mi esposa de que volviésemos.

¿Así nació Astrid & Gastón?

Así es. Llegamos a Lima y quisimos hacer lo que todo cocinero sueña: poner un restaurante. Lo inauguramos en julio de 1994, pequeño al comienzo, prestándonos plata de todo el mundo, hermanos, cuñados, amigos, padres.

Astrid & Gastón empezó con una propuesta francesa. ¿En qué momento se transformó en comida peruana?

Quisimos un restaurante francés porque era lo que habíamos aprendido y lo que nos habían dicho que era lo mejor. Entonces lo francés era lo máximo y cuando alguien llegaba al Perú lo mejor era llevarlo a un restaurante francés o italiano. Yo me encasillaba en ese concepto.

¿Cuándo cambiaste?

Cuando empezamos a conocer a los agricultores, a los pescadores, a ir a los mercados, a los huariques (comedores populares, tipo ‘agachaditos’) y a las carretillas (de comida ambulante). Yo me acordaba lo que había comido de niño. Así me fui dando cuenta de que mi misión era ser un cocinero peruano que reivindique las tradiciones peruanas y llevarlas por el mundo, con un estilo personal.

¿En qué momento decidiste alzar vuelo al exterior?

En Chile. Fuimos con esa ilusión y al ser una vitrina importante empezaron a llegar propuestas de distintos países. Y nos dimos cuenta, en el camino, de que nuestro restaurante era una oportunidad, dentro de las muchas que hay entre las propuestas de cocina peruana, para crear nuevos conceptos culinarios.

¿Cómo te ha tratado el mercado ecuatoriano?

Muy bien. Ecuador y Perú tienen muchas cosas en común, desde Atahualpa que nació en Quito. Estamos hablando de una tradición culinaria muy hermanada.

¿Qué has encontrado de novedoso en Quito?

Que se come mucho cuy, algo que yo no sabía. En Astrid & Gastón de Quito tenemos cuy en la carta. Además Ecuador tiene un mundo de frutas tropicales maravilloso y hay una sofisticación natural en la gente por descubrir cosas y hacerlas suyas. El agradecimiento que tenemos del público es total, nos acogen con cariño.


¿Con qué sueñas en los próximos 20 años?

Buena pregunta. Sueño que una cebichería peruana tenga la misma cantidad de locales en el mundo que una trattoría italiana o un restaurante francés. Espero que en 20 años haya unas cinco mil cebicherías en el mundo, ya que el concepto de cebichería es únicamente peruano. También sueño con exportar nuestro ají amarillo, o el camote, nuestros cocineros

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